Ahí estaba yo, parado en la entrada de mi cuarto, mirando hacia la cama. En ella había un cuerpo mirando al techo, un cuerpo de mujer que se retorcía. Me acerqué un poco y me sorprendí al ver que no tenía rostro, sólo piel. Tras la piel se oían los gritos amortiguados de esa mujer tan extraña. La observo atemorizado y veo como, de pronto, la piel comienza a abrirse y revela un rostro hermoso y unos ojos claros que me miran. Tras mirarme se callan los gritos de la dama. Entonces dirige su mirada hacia algún punto detrás de mí y comienza a reírse. Algo en su risa me causa escalofríos y temor. Me volteo a ver qué era lo que ella tanto miraba y me sorprende lo que veo. Un hombre parado en la puerta, un hombre con cabeza de cuervo que me miraba directamente. Puedo oír su respiración claramente, comienza a acercarse a mí y mi corazón se acelera a la vez que la oscuridad me envuelve…
En ese momento desperté y me di cuenta que no debí haber tomado tanto la noche anterior…